Un pirata que no gustaba del mar
Érase una vez un pirata llamado Bartolomé, que tenía un gran secreto: ¡no le gustaba el mar! A diferencia de otros piratas, Bartolomé prefería leer libros bajo la sombra de una palmera, jugar a las cartas con la tripulación o inventar canciones con su guitarra.
Un día, mientras navegaban por aguas turbulentas, Bartolomé se mareó terriblemente. Se aferró al borde del barco con todas sus fuerzas, deseando estar en tierra firme. De pronto, una ola gigante lo lanzó al agua. ¡Bartolomé no sabía nadar!
Agitaba los brazos y las piernas desesperadamente, tragando agua salada. En ese momento, un delfín juguetón se acercó y lo empujó hacia la superficie. Bartolomé, empapado y asustado, se subió al lomo del delfín, quien lo llevó de regreso al barco.
A partir de ese día, Bartolomé dejó de temer al mar. Aprendió a nadar con la ayuda de sus compañeros piratas y, aunque nunca llegó a amarlo del todo, lo respetaba y comprendía su importancia. Bartolomé se convirtió en un pirata valiente y aventurero, siempre dispuesto a ayudar a los demás, incluso a los delfines traviesos.
Y así, Bartolomé nos enseña que no hay que tener miedo a lo diferente, que todos podemos ser valientes a nuestra manera y que lo importante es ser buenos amigos y disfrutar de las aventuras que la vida nos depara.